Cómo prevenir los trastornos alimentarios en los adolescentes
El afecto es otro buen remedio para prevenir este y otros trastornos de la adolescencia. Resulta vital para conseguir el equilibrio y la serenidad que una etapa tan compleja demanda, saberse querido, comprendido y con la confianza apropiada para conversar acerca de los cambios físicos que está viviendo su cuerpo, y de lo incomprensible que se ha vuelto el mundo ante sus ojos. Ayuda, y no censura, es lo que el momento impone.
También es recomendable mantener una dieta variada y equilibrada en la que estén presentes todos los grupos básicos —granos, lácteos, frutas, verduras, carnes y legumbres—; así como respetar la pauta alimentaria de tres comidas principales en horarios fijos —desayuno, comida y cena— con meriendas intercaladas.
Este régimen debe incluir, diariamente, al menos medio vaso de leche o sus derivados, cereales, papas (patatas), verduras (preferentemente crudas) y frutas (al menos 2 piezas en la que una sea cítrica o rica en vitamina C).
En el trascurso de la semana será preciso alternar carnes con pescado hasta igualarles la frecuencia, no excederse de los 6 huevos ni de las 2 ó 3 comidas de arroz, pastas y legumbres.
Los embutidos, jamones, dulces, panes, así como los snacks dulces o salados y las bebidas azucaradas, deben quedar solo como alimentos ocasionales o en pequeñas cantidades.
El ambiente durante las comidas es otro asunto básico. Comer sin prisa, en familia o con amigos, en un contexto relajado y masticando correctamente, es vital para iniciar el lento y peliagudo proceso de la digestión.